Otro sería la interposición labial, un acto similar al de moderse los labios, en los que el niño/a coloca el labio inferior detrás de los dientes superiores de manera habitual.
Las consecuencias de esta práctica son muchas: inclinación o apiñamiento de los incisivos, retrusión de la mandibula, lesiones en los labios...
Un mal hábito muy común es también la respiración bucal, es decir, la costumbre de respirar por la boca en vez de por la nariz. En estos casos, la lengua se mantiene baja y perjudica así el desarrollo del paladar. Esta práctica puede derivar en apnea del sueño, enfermedades de la encía, caries, mal aliento...
Y, por último, morderse las uñas, costumbre que a la larga puede producir desgaste y malposición de los dientes.